El paso de Nuestra Señora del Subterráneo lo componen una parihuela que contienen en su interior siete trabajaderas, con capacidad para 36 costaleros. Doce varales de metal blanco, plateados, cincelados, con basamento cuadrado a cada uno de sus cuatro lados, con figuras de Apóstoles y Santos Varones. En el centro de los mismos una corona pequeña en relieve y rematada la parte superior con unas coronas reales. Realizados por Juan Fernández Gómez en 1944, y restaurados y plateados por Mallol en 1990.
Estos varales sostienen el palio, cuyo techo es de terciopelo rojo oscuro, bordado y recamado en oro con hojarascas, y en centro un gran escudo de la Hermandad, obra de las Hermanas Martín Cruz en 1954. Sobrepuesto a este escudo, una imagen de madera policromada con la efigie de la Virgen de los Reyes, obra de Sebastián Santos de 1954. A su alrededor cuelgan cuatro bambalinas de terciopelo morado, bordadas y por dentro y por fuera, con cuatro corbatas en sus ángulos, realizadas por Juan Manuel Rodríguez Ojeda en el año 1924. Estas bambalinas fueron restauradas en el año 1994 en los talleres de José Ramón Paleteiro.
Los respiraderos son de metal, cincelados en estilo barroco, formando capillitas en su parte central y laterales con imágenes. En las tres centrales unas imágenes pequeñas, de unos 20 cm. de madera policromada, con las advocaciones de la Purísima, en el centro, la Asunción y Coronación en las de los lados, realizadas por Sebastián Santos en el 1954. En las capillitas de los laterales, cinceladas en metal, las imágenes de S. Leandro, S.Isidoro, S. Fernando, S. Basilio, S. Agustín y S. José de Calasanz. En el centro del respiradero delantero se coloca un remate con dos ángeles de metal macizos, plateados, que sostienen el escudo de la Hermandad dorado, realizado por el orfebre Jesús Domínguez en 1954. Las cuatro esquinas son rematadas por unas figuras de maniguetas, también en metal blanco repujado, de las cuales penden cuatro borlones de metal con flecos en hilo de oro. En la plataforma central del paso lleva una peana de metal blanco, cincelada, con dos semicírculos en las dos esquinas delanteras que sostienen un guardabrisas de cristal con una luz cada una. Obra realizada en su primera mitad por el orfebre Emilio García Armenta, y por fallecimiento de éste, terminada por Jesús Domínguez en los años 1970/71.
También lleva una peana de madera revestida de plata labrada, con caras de ángeles en relieve, realizada por Jesús Dominguez en 1971.
En la parte trasera, sobre la plataforma, a cada lado, un farol de entrevaral, formado por unas basas con águilas imperiales y arcángeles, sosteniendo en escudo de la Hermandad que soportan un farol hexagonal, con tres luces de cera, seis cristales y rematado con una tapadera en forma de corona; realizado por el orfebre Julio Jiménez en 1957 y plateados nuevamente por Dopla en 1990.
Entre los últimos varales traseros, lleva dos faroles del mismo autor a cada lado, de metal blanco cincelado iguales que el anterior, plateado uno de ellos por Dopla en 1990. En el año 2004, se añadió otro adaptado por los Hermanos Delgado.
Asimismo, el paso lleva ocho jarritas pequeñas para flores en la parte delantera, realizadas por Juan Fernández en 1946. Igualmente, entre varales, lleva dos jarras grandes, dos medianas y dos pequeñas, del mismo autor, plateadas en 1990 por Dopla. En la parte delantera de la plataforma, se colocan ochenta y cuatro candeleros, de alpaca blanca, plateados, realizados en los Talleres de Vda. de Villarreal, en 1985, de diferentes medidas.
Entre la candelería aparece un relicario de metal blanco labrado en forma de templete, de dos plantas, encontrándose en el centro una pequeña imagen de S. José de Calasanz, en metal dorado, y en la parte superior, una reliquia de este Santo, obra de Jesús Domínguez de 1954.
El lamador de metal, con las figuras de dos Seises sosteniendo una corona real, es obra del orfebre Manuel de Los Ríos, 1984.